martes, mayo 06, 2008

San Bartolomé

Recibí esta mañana las diez cajas de papeles rescatados del último asalto aliado sobre Argel. Las envía el general Du Sautoy porque, como bien dice, “harán falta para reconstruir la historia de este malentendido”. Eso dice en la carta privada, desde luego, porque la pública es casi telegráfica: “Sírvase recibir en custodia el legajo en diez paquetes no clasificados provenientes del Cuartel General de La Hermandad. Acuse de recibo a la Comandancia Aliada en Londres”. Ahora que la guerra terminó las bibliotecas de toda Europa, pero sobre todo y como es costumbre, de las grandes capitales, vuelven a abrirse y llenarse de estudiosos y escritores que quieren emprender desde ahora la explicación de la Guerra de Civilizaciones que otros llaman Tercera Mundial y otros más, Gran Guerra de Religión por sugerencia de los círculos de derecha estadounidenses que, visto el precio pagado, quizá tengan derecho a nombrarla como mejor les parezca.
Lógicamente no he tenido demasiado tiempo de mirar dentro de las cajas –quedan siete sin abrir- pero la tercera me ha detenido el resto de la tarde por cuanto contiene nada menos que el diario intermitente de Higinio Ríos, estudiante peruano en la Francia de la preguerra que, lamentable e incomprensiblemente, fue una de las primeras víctimas del conflicto que entonces se consideraba sólo otro de esos brotes gratuitos de violencia en las periferias de las principales ciudades francesas.
A Ríos, igual que a toda Latinoamérica, el problema entre la civilización occidental y el mundo musulmán le tenía sin cuidado. No era estudiante de humanidades o política, ni siquiera de economía o negocios como para que estuviera al tanto de aquello a lo que, finalmente, le tocó enfrentarse, ingenuamente según parece desprenderse de las distintas entradas de su maltrecho diario donde consigna lo mismo problemas de matemáticas puras como los distintos problemas que le fueron cercando hasta la ahora conocida como Segunda Noche de Bartolomé (sin el “san”). Cito algunos párrafos de sus últimos días, apenas al inicio de su tercer año de estudios.
“23 de agosto de 2021. Hace dos años que llegué a Francia, parece increíble. No sé de qué estoy más decepcionado, si de mi incapacidad para resolver los problemas de matemáticas que plantea el doctorado (maldita sea la conjetura de Goldbach), si de mis colegas franceses que han resultado ser unos grandes cabrones o de los que creí que eran mis amigos musulmanes y han resultado ser un atajo de maricones en sentido estricto y figurado. Mañana toca reunión, qué fastidio…
25 de agosto de 2021. La reunión de ayer volvió a ser un fiasco. Los jefes han examinado con su habitual indiferencia cada una de las ecuaciones y argumentos que utilicé en mis diez minutos de exposición. No ha habido comentarios. En el brindis que siguió surgieron las conversaciones de costumbre: Guerlain utilizándome como comparsa de sus provocaciones sobre religión y política mientras el resto nos observa intercambiar bromas y razonamientos afilados sobre ellos. Obviamente él puede hacerlo con más desparpajo porque no vive en la residencia de estudiantes ni se ve obligado a escuchar las verdaderas opiniones de los musulmanes, porque habla francés fluidamente y es el jefe. Yo no. Mala suerte.
29 de agosto de 2021. No volveré a discutir con Hichem. Igual que El-Hadi parece que su cerebro funciona por departamentos: existe el departamento técnico con el que hace matemáticas (y no lo hace tan mal), pero también el religioso, el político y el social que funcionan a base de necedad, de sinsentido, de absurdos que me resulta intragable que sostenga. ¿Qué le pasa a esta gente? ¿Cómo puede nadie hacer un doctorado en ciencias creyendo en religiones? ¡Y más en esa patraña del Islam! Aunque bueno, la discusión de hoy no fue esa sino el hecho de que me dijera que en Túnez no hay homosexuales. Es bueno saberlo, le dije, considerando la cantidad de tunecinos que se quieren demasiado en la residencia de estudiantes. Es la influencia corruptora de Francia, se atrevió a decirme con la anuencia de El-Hadi luego de que le explicara la ironía y el sentido figurado. Son increíbles.
1º de septiembre de 2021. No parece posible que las amenazas inglesas y americanas frenen las intenciones de Irán para ocupar Irak en connivencia con la recién declarada República Islámica de Pakistán. Ni siquiera Francia ha reconocido a esta última y las tensiones con India son insostenibles. En el trabajo, los musulmanes no han disimulado su regocijo delante de mí porque yo no cuento, aunque han tenido buen cuidado de no ser vistos haciendo elogios de lo que llaman La Hermandad delante de franceses. Como no soportara la hipocresía brutal de estos guiñapos y me sobrara el tiempo por la tarde luego de enviar el artículo sobre problemas equivalentes a la conjetura de Goldbach, hice una caricatura recordando sin dificultad las clases de dibujo en Lima. El resultado fue espectacular: menos de una hora después de que la colgara en el tablero de avisos ya había caras largas en la oficina. Me reí con gusto de que El-Hadi, trabado de rabia, me dijera que eso no era de buen corazón, ¿qué habrá querido decir?
2 de septiembre de 2021. Durante el día han desfilado por mi oficina mis colegas musulmanes, pero también muchos otros a los que sólo conocía de vista. Salim ha querido que me disculpara públicamente por medio de otra caricatura, explicó que esa sería la única manera de salvarme. Riendo como a veces no tengo más remedio ante lo que considero grandes idioteces, le he dicho que no creo en la salvación, ni la católica ni la islámica. Murmuró unas palabras en árabe sin levantar la vista y moviendo la cabeza de un lado a otro. La caricatura desapareció y entonces fui convocado por Guerlain. Estaba furioso. Me explicó que no se puede ir por ahí ofendiendo las creencias de los demás, que las leyes francesas eran muy estrictas al respecto, que viera lo que estaba pasando en París –ya treinta y tres muertos y contando- y evitara más provocaciones, que me dedicara a trabajar. No pude evitar preguntarle, ¿pero Usted por qué lo sigue haciendo? No has entendido nada, me dijo.
4 de septiembre de 2021. Y ocurrió. Irak fue invadido esta mañana por una coalición irano-pakistaní. Siria y Líbano se apresuraron a hacer lo propio amenazando a Israel y forzando la neutralidad turca. En París los disturbios se han extendido peligrosamente. Ya comienzan, también, en otras ciudades de Francia. El-Hadi esbozó una torcida sonrisa cuando me mostró el vídeo de una convocatoria lanzada en todos los países árabes para implantar la sharia “por el fuego purificador de la yihad”: locos barbados con grandes túnicas y tenis deportivos de marca vociferaban por altavoces palabras ininteligibles e histéricas que El-Hadi rehusaba traducir. Tu religión es una mierda, le dije. Y ahora que reflexiono debí agregar que cualquier religión lo es, toda vez que el discurso conjunto de los presidentes norteamericano, francés e inglés repitió la palabra “Dios” ¡veintisiete veces! Sigo intrigado sobre a qué se refería Guerlain cuando me dijo que no he entendido nada. Será otra de sus frases contundentes y abusivas, ser jefe ha de hacerle creer que tiene razón en todo. Cabrón.
7 de septiembre de 2021. Desde los atentados de anteayer no ha habido manera de salir de noche y las actividades en la calle se han reducido enormemente. Sigue habiendo disturbios, según parece, pero ha entrado en vigor un estado de emergencia que incluye restricciones al acceso a la información. Prefiero creer lo que me han contado algunos brasileños en la residencia (los franceses se han ido) en el sentido de que los musulmanes preparan algo. Llevan ya treinta y seis horas encerrados en la mezquita que el estúpido gobierno francés, tan comprensivo, les construyó en el sótano de la residencia.”
No encuentro entradas posteriores a esta fecha, lo que me hace suponer que Felipe Dos Santos tenía razón cuando contó en Londres su hazaña de huir de Francia para refugiarse en Inglaterra de los horrores de la Segunda Noche de Bartolomé, como desde entonces se le llamó en Francia al 9 de septiembre, ignorando que lo mismo pasó en otros países occidentales con grandes poblaciones musulmanas. Felipe pudo escapar gracias a que se hizo pasar por árabe y mendigo, repartiendo “salamalekoms” a diestra y siniestra, echándose al canal de la Mancha en una barca de motor que se averió a unos cinco kilómetros de la costa.
Contaba Felipe que antes de salir de la residencia de estudiantes vio cómo sacaban a Higinio al patio iluminado sólo por fogatas (ya no había electricidad) mientras él se escondía detrás de espesos matorrales. Luego de tormentos atroces y de violarle sin mayor observancia de los preceptos antisodomitas del Corán, algunos tunecinos entre los que se encontraba Hichem recogieron el cadáver y lo llevaron al estacionamiento. Un automóvil esperaba con el motor encendido. La cajuela se abrió automáticamente, echaron el cuerpo, el chofer cruzó algunas palabras. Al arrancar y pasar muy cerca de otra de las fogatas, Dos Santos reconoció el rostro de Guerlain.
Y Dios reconoció a los suyos.