viernes, febrero 02, 2007

Indoeurop Inc.

A Víctor

Que era un intruso en aquel ambiente lo tenía bastante claro. Sus colegas se lo hacían ver puntualmente en formas que habían ido de lo sutil a lo directo, de lo refinado a lo vulgar, todo en cuestión de meses. Hoy estaba decidido a renunciar y, a pesar de los antecedentes, no quería despedirse en malos términos. Entregó su renuncia por la mañana y ya sus superiores la habían aceptado. A sus colegas no pensaba decirles ni una palabra. Justo al final de la jornada de aquel viernes, algunos coincidieron alrededor de la cafetera.
-Quizá puedas ayudarme con esta traducción- le dijo Béatrice, la francesa. Era una de las frases con que solían abordarlo, planteándole preguntas y proporcionando enseguida largas respuestas que apenas podían disfrazarse de sugerencias y que tenían por objeto humillarlo, hacer escarnio de sus conocimientos no amparados en diploma alguno. -No estoy muy segura de si debo sustituir fade por desmayado o diluido, ¿o debo usar grisáceo?
-Grisáceo no, nota que eso estaría fuera de... - y Béatrice le interrumpía al tiempo que le pasaba el folio a Paul, el inglés, que sin hacerse sentir ya estaba a su izquierda bebiendo una enorme taza de café. Y perorando.
-Fade es una palabra de origen incierto. Hay indicios que apuntan en dirección al sajón, pero yo creo que es una palabra perfectamente latina. ¿Cuál es tu opinión?- le preguntaba educadamente Paul al tiempo que le devolvía la palabra.
-Bueno, en el latín hay tres clases de...
Y ya era inmediatamente interrumpido por Silvio, el italiano de espesa barba que detrás del folio mordía concienzudamente su lápiz forrado de dibujos animados.
-No, por Dios. Increíble que un inglés nacido a pocos kilómetros de Oxford y una francesa con numerosas especialidades en literatura inglesa no sean capaces de reconocer el sentido de una palabra tan simple- decía mientras agitaba la hoja y se pasaba el lápiz húmedo hacia la oreja ajustándose las gafas. Y continuaba:
-Fade y pálido tienen el mismo origen, latino desde luego, pero en este caso el autor de esta basura ha querido usarlo como sinónimo de degenerado...- y él aprovechó la pausa para hacerse oír:
-Pero colegas, noten que...
Sin éxito, pues ya Béatrice elevaba la voz:
-¡Tonterías! ¿Cómo creen que va a ser una palabra latina? Si así fuera nuestro compañero ya lo habría confirmado- le dió unas palmaditas en la espalda; y continuaba- así que no queda más que el sentido sajón clásico: desvanecido, pálido, pónganle el nombre que quieran, pero ciertamente no degenerado...
-Gracias Béatrice, el caso es que...
-No hay conflicto, madame- interrumpía suavemente Paul, a pesar de todo imponiéndose -pues seguro sabes que hay pruebas de contaminaciones bárbaras en el latín primitivo, incluso en el etrusco. ¿Cómo si no pueden explicarse las coincidencias extraordinarias que hay entre idiomas lejanos dentro de la rama indoeuropea?
-Efectivamente- se le adelantó Silvio, quien ya llevaba un cigarro en la boca -ahí tienes la coincidencia de noční můra en checo con nightmare en inglés, ambas pesadillas en primera acepción, ¿no es cierto colega?- le decía mientras se llevaba la caja de cigarros al bolsillo sin ofrecerle uno solo. -Y encima noten que el francés, a medio camino entre el inglés night y el español noche, no tiene más que soir. ¿No es fascinante? La geografía de las lenguas es incomprensible...
-Sí, pero el caso de las lenguas eslavas...
-Oye, si no puedes contestarme está bien- le interrumpió Béatrice. -Que tú y Silvio sean los expertos en lenguas eslavas no hace ninguna diferencia en el caso que nos ocupa. Fade no es una palabra que se salga de la esfera de las lenguas germánicas. Creo que Paul y yo podemos arreglarlo. ¿O cuál era tu especialidad, perdón?- le preguntó con asco manifiesto. Era la décima vez que le respondía lo mismo.
-Lenguas eslavas, en efecto, pero también...
-Oh, Béatrice, no seas injusta. Nuestro colega tiene gran experiencia aunque no sea filólogo- intervino Paul dejándolo sin habla; al menos era a su favor- y gran parte de su vida la ha pasado aquí mismo, en Londres. Eso debe bastar para tener conocimientos lingüísticos de alto nivel, ¿no es cierto?- y le dirigió una mirada risueña directa.
Asintieron, aunque Silvio se ausentó en el humo de su cigarro y Béatrice se tapaba la boca con el folio que había vuelto a sus manos sin pasar por las de él.
Se acercó Edu, el joven programador encargado de realizar las consultas que los académicos solicitaban -a veces verdaderas cacerías- en los corpus de varias academias desparramadas alrededor del mundo: bases de datos inmensas, algunas de ellas mal organizadas, con distintos códigos para representar la enorme variedad de las grafías humanas: acentos, tildes, guiones, rayas, círculos. Todo realizado a través de tres computadoras a las que nunca faltaba quehacer ni juegos de video. Menos mal que Indoeurop Inc sólo manejaba lenguas de alfabeto latino o cirílico y de origen indoeuropeo (ya planeaban incluir el húngaro y el finlandés, pero la reciente experiencia con un islandés los había disuadido). El árabe o el chino, en todo caso, seguirían excluidos.
-¿Otra vez discutiendo sin sustento? Lo que necesitan es preguntar al gran Edu y sus máquinas prodigiosas. A ver, ¿qué palabra quieren que busque?
Y saliendo desde el fondo de su frustración, hallando coraje en los varios meses de desprecio y burlas a los que sus colegas le habían sometido, recordando quizá que ese día renunciaba, dijo:
-No vamos a perder el tiempo con una palabreja como fade. Para eso le pagan a Béatrice. Y si tiene problemas Paul puede give her a hand- dijo sonriendo no tanto del doble sentido cuanto de las risas del programador- Mejor hagamos apuestas sobre cuál es la palabra más corta y con la misma grafía que comparten todas las lenguas que aquí se manejan.
-¿Incluyendo marcas agregadas?- preguntó el joven Edu refiriéndose así a los caracteres fuera del estándar: el tilde de la ñ, el acento circunflejo de bientôt, el háček checo o la diéresis alemana de ühr.
-Vale, sin incluirlos, contestó.
-La palabra es amor, la tienen todas las lenguas romances- dijo Béatrice
-¿Cómo se te ocurre?- exclamó Silvio agitando las manos.- ¿Pero dónde dejas tú a las lenguas eslavas?
-¿Dónde las dejo? Quelle question! En el este, por supuesto, detrás del muro de Berlín de donde nunca debieron haber salido.
-Béatrice, por favor, no digas eso. Nuestro colega, aunque no sea filólogo, ha planteado una pregunta interesante. ¿Conoces la respuesta?- dijo dirigiéndose a él con aire de suficiencia inglesa.
-Naturalmente. Es la palabra clave, el único requisito para trabajar en Indoeurop Inc.
Edu le advirtió:
-Esto va a llevar tiempo, prof. No creo que esté listo antes del lunes.
-No importa, yo puedo esperar. ¿Y ustedes?- dijo dirigiéndose al resto.
-Pues esperaremos. No eres tan eficiente después de todo, jovenzuelo- le dijo Silvio a Edu, afectuosamente.
-Pues hasta el lunes. Que tengan buen fin de semana- dijo Paul despidiéndose de todos y seguido de cerca por Béatrice.
-Au revoir- dijo la francesa apurando el café.
-Pues hasta el lunes- cerró sin reparar en que no habría más lunes para él en Indoeurop Inc.

La máquina A, mejor conocida como Bordel, terminó la búsqueda el domingo por la tarde. La máquina B, mejor conocida como Trauma, terminó la búsqueda en la madrugada del lunes. La máquina C, mejor conocida como Gnomo, se trabó. El lunes por la mañana, Edu descubrió la palabra imbécil en las dos pantallas activas. Sonrió. Y reinició las tres máquinas sin decir nada.