lunes, enero 08, 2007

Breve inventario

En la foto aparece un segmento del escritorio, no muy noble en principio, ni madera ni plástico, uno de esos híbridos modernos que desconcertarían a los hombres de hace apenas cincuenta años, lugar donde se ha sentado a leer -aunque prefiere hacerlo en la cama- y a escribir en la computadora que de hecho aparece en primer plano como una lámina plateada sobre la que descansa el lazo azul de una memoria USB de baja capacidad, completando el cuadro electrónico unos audífonos que deben lastimar los oídos -aunque no le hemos escuchado quejarse al respecto, si bien recientemente ha prescindido de su uso- y el estuche negro de lo que seguramente es una cámara digital, toda vez que el embalaje de cartón que debió pertenecerle descansa al fondo del extremo izquierdo de la foto, justo detrás de lo que parecen ser un par de DVDs (este mundo moderno plagado de siglas ininteligibles) en uno de los cuales puede leerse con dificultad un título que empieza en T terminando en s, con una A mayúscula a la mitad, y donde se distingue -ese sí claramente- un tacón, aunque estos no son los únicos medios ópticos en escena, pues debajo del estuche abierto de la cámara (¿lo habíamos mencionado?) está lo que quizá sea un DVD, quizá sólo un CD igual a los que se agrupan a la izquierda del primero y más alto de varios libros ordenados según su tamaño, siendo los dos primeros el libro de francés y el de ejercicios que le hemos visto emplear con cierta frecuencia, seguido de un libro azul no identificado a cuya derecha está el más gordo de todos: un diccionario Oxford Hachette inglés-francés y viceversa, edición que seguramente incluía el CD de pronunciación y a cuyo costado derecho se halla lo que parece ser un libro de inglés -Oxford Practice Grammar, se lee en el lomo- de color verde al que le siguen tres conocidos métodos de francés -nivel intermedio y debutante, no hay avanzado, pero sí uno de vocabulario- seguidos por un tomo con la leyenda Pětijazyčný ILUSTROVANÝ slovník del que sólo se desprende, de momento, que debe contener ilustraciones -ya nuestros traductores trabajan en ello- más un par de libros verdes del mismo autor sobre Fuzzy control (como si el esquema no fuese ya suficientemente difuso), seguido por el bestseller The road to reality de Roger Penrose (es probable que crea entender el mundo leyendo esta basura, vaya absurdo), una guía de LATEX para complicar la edición de textos en la creencia de que todo es más profesional, Les fourmis, que según los últimos informes no debe ser todavía capaz de leer (no pasa de las primeras páginas), aunque algunos colegas opinan que debe de gustar de la ciencia ficción (no soy de esa opinión), ahora un libro con el lomo pintado de bandera española y que hemos identificado como la biografía de Antonio Machado en la pluma de ¡un irlandés!, seguido por dos libros de Javier Marías, si bien uno de ellos presenta la anomalía de llevar el título en idioma desconocido -una traducción, según parece- más dos libros en inglés de autores radicalmente distintos -Virginia Woolf al lado de Coetzee- acompañados a su derecha por Los de abajo del mexicano Mariano Azuela y rematada la secuencia por un diccionario francés-español y viceversa en edición de bolsillo y un pasquín de conversación en francés que quizá fuese mejor echar a la basura, aunque del estuche negro a su derecha, el que detiene los libros a la izquierda de la mochila y detrás del regulador de la laptop no hay todavía certezas: bien puede tratarse de un estuche para cigarros (pero es muy gordo) u otra cámara digital (¿para qué querría varias?), o bien una cartera afeminada de capacidad mínima o una agenda de dimensiones ridículas; o la caja negra de sus miedos, o el espacio cerrado de sus angustias, o el último residuo de su virtud, o la pandora de sus sueños o...