miércoles, agosto 16, 2006

El siglo XX entre nosotros

Desafortunadamente, mis recientes vacaciones no consiguieron aislarme de la agitación política que vive el país y tuve la paciencia -¿o resistencia o imbecilidad?- de escuchar algunas de las abundantes declaraciones y pronunciamientos, amenazas y diatribas falsas o verdaderas, que los políticos, pero también los comunicadores, empresarios y gente común, lanzaban por las ya demasiadas bocinas del país. No pude rescatar mucho, desde luego.

La ignorancia es temeraria, ya se sabe, y ello puede explicar la histeria de los más ignorantes lanzados a defender lo indefendible, sea ello el voto por voto (no parecen ni siquiera querer enterarse de que ya lo hicieron los ciudadanos avalados por los representantes de los partidos) o la defensa de la estabilidad (que no pueden ni quieren concebir de otra forma que no sea por la vía conservadora del continuismo). Pero el ambiente universitario al que me reincorporo luego de quince días de ausencia ha tenido a bien recordarme que la ignorancia arriba citada no es patrimonio exclusivo de los pobres ni de la gente sin estudios. La ignorancia es menos un asunto de falta de conocimientos que de desprecio por el sentido común, la lógica y la honestidad intelectual.

Un tipo doctorado en Inglaterra afirma que López Obrador hace bien en tratar de impedir la imposición de Felipe Calderón, cuando ninguna instancia legal ha declarado al michoacano presidente electo. Encima, parece ignorar que dos conteos generales (el de los ciudadanos y el distrital) más el reciente muestreo de casillas impugnadas (del Tribunal Electoral) no sólo se han confirmado entre sí, sino que indican que Calderón tiene una ligera ventaja sobre el tabasqueño. Luego entonces, ¿quién impondrá a Calderón si es declarado presidente electo?, ¿se habrá referido a la imposición que por medio del voto hizo una mayoría -si bien extremadamente precaria- de mexicanos?, ¿creerá sinceramente que a Calderón lo va a imponer el presidente Fox que ha mostrado incompetencia e inoperancia en casi todos los órdenes?, ¿cómo lo haría? Me cuesta trabajo creer que a este tipo le convenzan los procedimientos y "razones" de López Obrador: ¿cree sinceramente que tenemos un sistema electoral que permite fraudes como el de 1988?, ¿de verdad le parece que el gobierno que tenemos es tan represivo como el de Díaz Ordaz?, ¿le resulta sensato comparar el desalojo de manifestantes violentos del Palacio Legislativo con la matanza de Tlatelolco?

No puedo entender, por ejemplo, que la simpatía por un movimiento social que aspira -en teoría-a la justicia social, sea tal que termine destruyendo el raciocinio y la autocrítica de millones de personas, arrastrándolas en su inercia a la fe y la acción por consigna. El siglo XX debería haber bastado para curarse de estos espantos, para alejarse con gran reserva de cualquier concentración donde miles y miles repiten cualquier consigna del líder infalible, llámese Hitler, Stalin, Mussolini o Castro. Veo con pena que el paso por la universidad o la estancia en otros países no bastan para estar a salvo de demagogias. Veo con más zozobra que aun cuando a algunos les parezca palmaria la contradicción y la mentira, la dilución amañada de categorías y la destrucción del lenguaje por medio de discursos baratos, no tengan la suficiente honestidad intelectual para denunciarlo y decir francamente lo que ven, prefiriendo la "alineación política" a la alineación con la verdad.

La verdad y la mentira no son la misma cosa, por más que a algunos les guste confundirlas a fin de pescar mejor en río revuelto. Felipe Calderón es un hombre gris, sin arraigo, impopular. Parece que los que votaron por él más bien lo hicieron votando contra López Obrador. Pero ello no debe obstar para que llegue a la presidencia con la anuencia de todos si ganó en buena lid. López Obrador es un hombre popular, demagógico, teatral. Pero ello no debe obstar para que llegue a la presidencia con la anuencia de todos si ganó en buena lid. Desconocer al juez es un lujo que puede darse el tabasqueño porque ya hay millones enceguecidos por su retórica. Dinamitar las instituciones y confundir la historia para mejor ganar la partida es un camino peligroso e irresponsable al que la mayoría de los intelectuales -y universitarios, ya se ve- se están prestando. Parecen necesitar urgentemente creer en alguien, parece que el siglo XX sigue instalado entre nosotros.

1 comentario:

Miguel Ángel Bernal Reza dijo...

No sabría decir si deseo ser ignorante. Si ya lo soy no sabría pedirlo. Si no lo fuera no podría serlo. Es un planteamiento imposible.

El fraude como manipulación electoral directa "a la antigüita" no ocurrió, pues hubiera sido detectado y denunciado por la enorme cantidad de observadores nacionales y extranjeros que hubo.

En cambio, lo que sí hubo fue una participación ilegal, tendenciosa y reprobable por parte del Gobierno Federal a favor del candidato del PAN. Lo que no hizo Zedillo (meterse a defender al PRI) lo hizo Vicente Fox con su ya legendaria irresponsabilidad verbal y mediática. No supo ser un presidente imparcial.