Verá Usted, no
alegaré nada en mi defensa. Si los señoritos albañiles insisten en que me he
pasado de la raya y debo pagar por ello, adelante. No tengo fuerzas para
rebatir sus argumentos porque no hay tales. Una discusión puede tener lugar si
las partes usan el mismo código, la lógica como mínimo, y este desde luego no
es el caso. He sido traído, señor, como bien lo sabe, porque resultó que el que
dijo tener dieciocho tiene diecisiete y porque su amigo de diecinueve, luego de
reflexionarlo bien, creyó sensato denunciar lo que a su entender es un abuso,
no sé bien si por la minoría de edad de su compañero o porque yo yaciera con
los dos y entonces estaríamos ante una vulgar venganza por celos. Me
decepciona, debo decírselo, que siendo los demandantes detenidos consuetudinarios
de esta misma comisaría por posesión de inocentes churros de mota y pastillas
que estúpidamente creyeron pingas de las buenas y resultaron ser aspirinas, detenidos
frecuentes por ampararse en la embriaguez para moler a golpes a sus queridas
adolescentes ya cargadas de hijos desde los quince, detenidos también por
reyertas públicas donde ambos se curtieron a navajazos, hayan decidido —bien es
verdad que con el entusiasta apoyo del área de servicio social de esta misma comisaría
que dirige una gorda ignorante del vacío brutal que la mueve a inventar abusos
para mejor alimentarse de ofendidos y ofensores— demandarme por vía legal como
ridículos catrines en vez de darme la muerte que por su condición de cholos y
la mía de viejo puto, merecía. Una muerte que, sepa Usted, tengo siempre asumida
como posible por las actividades y riesgos que, aunque lícitos —e insisto en ello
para que no vaya a malinterpretarse esto como una admisión de cargos— llevo a
cabo en la frontera de lo social, legal o moralmente tolerable. Quizá piensa Usted
que me estoy embarcando en un largo alegato para convencerlo de la ambigüedad
de estas fronteras, para mostrarle que a pesar de los esfuerzos de la ley por
ser precisa, hay fisuras. Descuide, no es así. El tema me aburre. Sólo resulta
apasionante para los cretinos que viven ocupados en castrar a los demás del
mismo modo en que los han castrado a ellos. Si le he mencionado las fronteras
ha sido sólo para instarle a reconocer una sutileza: que el hecho de
distinguirlas no es lo mismo que darlas por buenas; gracias a lo primero era
consciente de los riesgos; por desprecio a lo segundo, los corría. E igual que un
soldado siente el deshonor de haber conservado la vida al no caer en combate y
ser esclavizado en tierra extranjera, siento que el proceso legal que se ha
abierto en mi contra es mucho más indigno que haber aparecido en la nota roja
destripado y desnudo como víctima de los señoritos albañiles. Quién me iba a
decir que los tiempos modernos habían calado tan hondo que hasta los que
tradicionalmente arreglaban sus cuentas sin apelar al Estado, por su propia
mano y sin miramientos, ahora lo hacían firmando actas y llenando formularios, como
burócratas. Esta es mi mayor decepción, quizá mi única sorpresa.
Porque lo que
no me sorprende, verá Usted, es que estos miserables se hayan visto
sobrepasados por la culpa de haber cedido a sus instintos. Ya me ha ocurrido.
¿Quién que se haya acostado con la canalla del lumpen-proletariado no los
conoce supersticiosos, ambiguos, acomplejados y por lo mismo irracionalmente
agresivos? ¿Quién de los de mi género no se acostó con el mecánico, el albañil,
el plomero o el cargador del mercado viéndose obligado a darles justificaciones
retóricas para sus presuntos actos de excepción mientras se jadeaba con el
chorro de adrenalina de estar rebasando una frontera? Dirá Usted que es más
cómodo meterse con los asumidos. Dirá Usted que el homosexual sano imita el
modo de vida heterosexual: tiene pareja, vive con moderación, tiene una
profesión respetable. Dirá que lo mío es una enfermedad porque ni siquiera
entre heterosexuales se consiente que las personas de distinta clase social se
mezclen sin antes pasar por un largo proceso de adaptación que incluye la
degradación del más alto. País de castas, ¿verdad? Pero uno debe hacer lo que
le gusta por encima de las conveniencias. Quizá me atraen las dificultades,
¿no? Hay parafilias peores. ¿Qué mejor riesgo entonces —qué excitación— que el
de los dos albañiles recién estrenados en su mayoría de edad que habían
empezado a trabajar en la casa de enfrente? Nunca me ha faltado persuasión y
seguramente hay aquí un fenómeno biológico digno de investigarse porque sé
perfectamente que el Güero ya me veía con dobles intenciones desde antes de que
yo me decidiera a abordarlo: me olía; lo olía. Lo pensé mucho, ¿sabe Usted?
Porque una cosa es hacer esto lejos del propio domicilio y otra hacerlo prácticamente
en casa. Ellos trabajarían ahí por meses, los vería a diario, si las cosas se
enrarecían no tendría hacia dónde moverme. Esta ciudad es pequeña —yo solía
vivir en una ciudad grande, ¿sabe? donde incluso los albañiles eran asumidos
prácticos— así que no me convenía buscarme problemas. Lo pensé mucho, ya le
digo, repasé lo que ya sabía: que en provincias la gente es más hipócrita y
tolera menos sus inclinaciones, de las que pretende culpar a los demás; que el
provincialismo es un fenómeno no sólo físico, sino sobre todo mental, una
torpeza en lo sexual, una impermeabilidad dolorosa en las ideas, un no saber
qué hacer con la amenaza del infierno ya no en la otra vida (eso era antes)
sino aquí mismo, en la culpa que no han conseguido domesticar iglesias ni
psicologías; que a resultas de los agravios inventados la gente de cortas miras
no dudaría en echar mano de navaja para vengarse, pero en esto los riesgos no
eran muy diferentes que los que corría con los muchos drogadictos que llegué a
tratar en la gran ciudad. Luego vino aquel primer cigarro que el Güero se fumó
en casa y todo fue reunir momentos y deslizar silencios incómodos para que
termináramos haciendo lo que queríamos hacer desde el principio. Luego me
presentó al otro ayudante, todavía más a la mano por ser originario de la gran
ciudad. Puede imaginarse los detalles, no quiero aburrirle, no quiero
defenderme además explicándole que ambos se aplicaban como el que más a sus
deseos, que estaban ahí por su más decidida voluntad ("a miembro parado no
hay misericordia", dicen), que como puede ver no tengo constitución física
para obligar a nadie a tener sexo conmigo, de modo que lo que ahora se presenta
como demanda legal viable lo es sólo porque se apoya en lo que la sociedad ha
prejuzgado por tratarse de mí. Sí señor, de mí...
Porque cumpliré
cincuenta el próximo año. Porque soy lo que la gente llama un viejo puto: estoy
solo, tengo las carnes colgadas, el cuero de la cara perfumado, demasiado
limpio, pero fofo, la línea de los ojos y el cejo se me han afilado como para
mejor resaltar que soy una víctima más de la lascivia y que como tal debo tener
un rostro de carnaval decadente. La gente tolera a los míos si son estilistas o
cocineros, si están detrás de la ventanilla de un banco o en un show de
variedades. Comprendo que no les guste verme con sus hijos. Comprendo que haya
quien sienta asco, quien sólo me use como ejemplo de lo que pasa si te desvías
del buen camino. No tienen empacho en mostrarse melifluos cuando necesitan
dinero o quieren un favor, sobre todo de mí, ¿sabe Usted? porque soy
funcionario y no me apegué al libreto que me obligaba a tener sólo una
profesión de puto. De modo que ahora que hasta los cholos que tradicionalmente
jugaban en mi terreno me han traicionado, ya nada me importa. Estoy
sinceramente decepcionado. Procedan como deba hacerse. Ay del mundo futuro. Ay.
10 comentarios:
Nuevamente el título es incorrecto, debería ser "El mundo puturo".
Maldita sea. Absolutamente correcto. Jajajajajajaja
http://ecodiario.eleconomista.es/medio-ambiente/noticias/5265505/10/13/Las-abejas-tienen-piloto-automatico.html
"Y si la distancia se duplica, las abejas aumentan su velocidad de acercamiento al doble", agregó el científico al enfatizar que este mecanismo de regulación es como un "hermoso autopiloto automático".
Excelente, las abejas poseen un hermoso sistema de control con auto self-loop.
¿Ignora Vuesa Merced la existencia de autopilotos no automáticos? Los niños de mecatrónica parecen estarlo logrando: acabo de calificar una respuesta que dice que en 1 metro cúbico hay 1x10^(-6) centímetros cúbicos...
al menos la respuesta es un número...
"[...] Desde 1990 la arquidiócesis de Boston lleva pagados ciento diez millones de dólares por concepto de estas demandas desconsideradas [...] ¡Cuál encubrimiento, cuáles malhechores, cuál abuso, cuáles víctimas! El sexo es sano. Lo que hay es que enseñárselo pronto a los niños para que lo practiquen con alegría en Jesús y conciencia sana de que obran bien y le hacen el bien al prójimo. El anciano también tiene sus derechos. ¡O qué! ¡Atropelladores de la vejez! ¡Abusadores! ¡Malhechores! ¡Pobre cardenal Law! Es una víctima."
-"La puta de Babilonia" Fernando Vallejo
¡Genial! Pero un momento, ¿no es este el autor de 'La Virgen de los Sicarios'? Jajajajaja
El mismísimo pero con más ironía. También es el personaje principal en el documental "La desazón suprema"
Absurdo los números
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