domingo, junio 24, 2018

El proyecto retrospectivo de mi padre

Luego me he enterado de que mi padre, en años recientes, encontraba pedagógica su actitud de aquel tiempo en que desapareció en medio de la noche acompañado de una mujer que fue a buscarle, mientras mi madre tenía pesadillas en su recámara tras una denigrante discusión y yo me tumbaba en mi cama borracho apenas cruzar la sala camino a mi cuarto y mi hermana permanecía despierta en su habitación sin siquiera moverse, pensativa; así lo ha dicho en un tardío cuanto senil desplante filosófico a cuantos han ido a buscarle hasta su casa en California, cargándose de razón apoyado en toda suerte de florituras retóricas, con la suficiencia y autoridad con que los hombres, no bien llegan a cierta edad, tanto si fueron virtuosos como si no, se creen en la obligación de dar lecciones al resto de la humanidad y muy especialmente a quienes ya han dañado irremediablemente, sus víctimas más cercanas casi siempre sus familiares, a quienes no son capaces de dejar en paz del mismo modo en que hay asesinos que no descansan hasta ver completamente eliminados a todos los testigos de sus atrocidades, mi padre encuentra en las noticias de mi arresto y posterior liberación, en la historia ahora pública de mi defensa de la libertad de expresión en contra del Estrábico y la Junta Geriátrica, los resultados de su influencia, sólo retrospectivamente intencionada, que me habría permitido reunir el coraje suficiente para actuar con toda energía en los asuntos más caros de mi vida, un combustible hecho para durar ardiendo hasta que me extinguiera, su herencia feliz que me llenó de rabia y resentimiento, de inconformidad patológica producto de su inacción y ausencia, de su deslealtad mezquina, 'me lo debe a mí', ha dicho a media docena de reporteros, 'que he tenido el acierto de regalarle la mejor educación: la de no contar conmigo ni con nadie a fin de que se desenvolviera por sí mismo, que reuniera el escepticismo y fuerza necesarios para sobrevivir a lo adverso, ya ven ustedes con qué contundencia ha actuado contra quienes, ignorando su historia, han querido pasar encima de él, no podía estar más orgulloso, es natural que él no me comprenda ahora porque ya saben ustedes que los hijos juzgan a sus padres cuando más fuertes se sienten, pero luego pasa el tiempo y les comprenden y justifican, yo estoy seguro de que así será con nosotros, él ha de llegar a viejo, habrá de comprenderme y justificarme aunque yo no necesite ni su comprensión ni sus razones, yo no he variado mi actitud en todos estos años e indudablemente él, a quien le resulta tan cara la consistencia, sabrá reconocerme esa y otras cualidades, las que no pueda ver ahora las verá con el tiempo y habrá de comprender, le guste o no, que actuar es participar, de acuerdo, pero también es sustraerse', así mi padre ha querido significarse aprovechando la publicidad derivada de mi arresto y posterior liberación, pero sobre todo de la publicación de la historia pormenorizada de los más de veinte años en que el Estrábico y la Junta Geriátrica se han empeñado en liquidarme, él no habrá leído esa historia ni habrá considerado relevante ninguna de las causas por mí defendidas, habrá sido la mujer con la que huyó hace más de veinte años la que le habrá acercado un periódico con una nota en la que se mencionaba mi nombre y él habrá reaccionado con una ligera sorpresa de la que, recobrado enseguida, habrá elaborado un burdo cuanto estimulante proyecto en su mente, una mente envejecida y poco acostumbrada a pensar, pero que, más consciente que nunca de la cercanía de la muerte, se hallará abocada a la búsqueda de justificaciones retrospectivas, una tarea para la que aún la vida más miserable o contraria al espíritu admite solución, siempre a agua pasada y auxiliada por la flaca memoria y la más descarada autocomplacencia, se omite lo que no pueda reformularse presentablemente y se sustituye por argumentos presentes lo que entonces no podía saberse y ahora se sabe, un cerebro así se felicita al final de sus aciertos y no admite errores sino como episodios de momentánea incongruencia destinados a conseguir un bien mayor, así mi padre habrá encontrado en el absoluto desprecio por sus hijos ya no el reflejo de su indiferencia cuanto la decisión consciente de fortalecer el carácter de ellos por esa vía, así habrá hallado en la neurosis de mi madre la fuente de su matrimonio desdichado y no admitirá que aquel trastorno pudiera estar relacionado con la deslealtad esencial que lo caracterizaba, así quedarán para siempre frustradas con su pronta muerte las esperanzas de verlo asumir, aunque sólo sea mínimamente, las consecuencias de sus actos, no habrá accedido ni siquiera superficialmente al conocimiento de sus hijos y estará tranquilo en la creencia de que sabe todo lo necesario acerca de ellos, ya veo al Estrábico y la Junta Geriátrica complacidos con las declaraciones de mi padre que simultáneamente rebajan y desvían la discusión hacia las motivaciones de mis actos, la cosa pública convertida en mero apéndice de la psicología, el resentimiento instilado por los progenitores como el resorte subconsciente de la inconformidad más allá de las motivaciones objetivas, nuestros actos más significativos tenidos por automatismos irreflexivos contra los que no hemos podido resistir, así yo mismo víctima del proyecto deliberado de mi padre de fortalecer mi carácter por vía de absoluta indiferencia, extraordinaria patraña que me recuerda la actitud de tantos otros familiares desaparecidos que, cerca ya de su extinción, deciden reescribir la historia que se cuentan y exigen de quienes fuimos testigos de sus inequidades la mayor de las aquiescencias para con sus deformaciones exculpatorias, no pienso desde luego decir nada a ese hombre mediocre que ahora busca la absolución públicamente aprovechando mi notoriedad, pues a diferencia de él que dice conocerme tan íntimamente yo admito que no lo conozco ni me interesa conocerlo, aún si él guardara algunas claves de mi vida, aún si en esos primeros años en que convivió escasamente con nosotros hubiera dejado una huella indeleble, no tiene objeto ya averiguarlo cuando la emancipación más completa ha tenido lugar y le ha excluido, aunque haya sido él quien decidiera su destierro una noche en compañía de una mujer cuyos tacones se alejan mientras la cabeza me da vueltas en una habitación alcoholizada, he sido yo, en aquella duermevela y para el resto de mi vida, quien le ha matado.