domingo, mayo 04, 2014

Becarios

La fila avanzaba lentamente sin que la sombra escasa de los árboles hiciera más tolerable la espera aquella mañana de mayo en que se llevó a cabo la entrevista. 'Extraño', pensé, 'que se haga este proceso en una escuela primaria del sur de la ciudad, haciéndonos venir de todas partes de la república, trasladando las pesadas cajas de expedientes desde las oficinas centrales hasta este edificio de los años veintes que inaugurara el secretario Vasconcelos'. Algunos entraban y salían de la fila pidiendo que les reservaran el espacio para ir a comprar un refresco helado a la tienda de la esquina, otros arriesgaban la ropa comiendo tacos de canasta rebosantes de salsa, algunos más formaban corrillos cargados de risas que parecían no tomar en cuenta que los entrevistadores se quedarían con sólo la cuarta parte de los solicitantes. Me sentí perturbado por tanta familiaridad, tanto ambiente de fiesta. Yo no había hablado con nadie, quizá era momento de ensayar con el de al lado, un tipo con cola de caballo (hay que joderse) y rostro abotagado.
—Qué tal, ¿a entrevista? —me sentí un idiota apenas preguntar. Él no tuvo piedad:
—¿Cómo? ¿no es esta la fila de las tortillas? Por supuesto que vengo a entrevista.
—Quise preguntar... en fin, ¿a dónde estás solicitando?
—No vengo a solicitar nada.
—¿Entonces sí vienes a las tortillas? —bromee dándole una palmadita en la espalda que él censuró con una mirada fulminante.
—Mi nombre es Aldo Saldaña —se presentó como tratando de atajar así su ira —y digo que no vengo a solicitar nada, sino a entrevistarme con el guiñapo que me toque en suerte para cantarle sus verdades. Esos hijos de puta no saben el mal que están causando. Son unos imbéciles.
—¿Perdón? —mi desconcierto era auténtico. Él sacó su caja de cigarros y me ofreció uno que acepté distraídamente.
—Lo que está oyendo, señor —dijo hablándome de usted mientras ahuecaba las manos para proteger la débil flama de un cerillo. Yo insistí en tutearlo.
—¿Quieres decir que no estás buscando una beca? Esta fila es para la entrevista. Se supone que todos los que estamos aquí ya cumplimos los requisitos de ley, pero por razones presupuestales se deja en manos de los expertos decidir quiénes van y quiénes se quedan. Yo he solicitado...
Me interrumpió el estertor profundo y sincopado de sus carcajadas. 'Un bipolar', pensé, 'un fanático de esos que pasan sin transición de la furia inaplacable al entusiasmo sin cortapisas'.
—¿Cumplir los requisitos? Por favor, señor, no me haga perder el tiempo. Mire esta fila —dijo tomándome de la espalda y empujándome para que ganara perspectiva— ¿de verdad cree que esta fauna merece que el pueblo gaste sus recursos en ella? ¿cree que los contribuyentes deben pagar las ambiciones personales de estos parásitos? ¿es en el extranjero donde deben ser bendecidos para que vengan después a gobernarnos? ¡Y una mierda!
Un par de chicas de aspecto vulgar comían tortas de tamal embarrándose los dedos de grasa, un hombre a todas luces casado hablaba de que se llevaría a su familia a Estocolmo, otro más presumía conocer a un funcionario que lo puso al tanto de los verdaderos procedimientos de selección: él ya estaba asegurado, todo esto no era sino un trámite. Sentí náuseas. Había dormido mal en el autobús, llegado muy temprano a la ciudad y comido en la Casa de los Azulejos: quizá me había sentado mal el desayuno.
—Creo entenderte, pero no veo qué tiene de malo ir a prepararse a un mejor país, sobre todo si se hace para mejor servir al nuestro.
—¿Por qué me insulta dándome ese "razonamiento" de pacotilla en el que ni siquiera cree? Hay quienes sí se lo cuentan y se lo tragan, es cierto, pero Usted no parece tan estúpido. Déjeme adivinar: está harto de este país, de la gente vulgar que bien podría estar representada en esta fila; cree que debe irse pero con riesgos controlados, por supuesto, que el exilio lo paguen ellos y no Usted de su bolsillo, que le den las gracias por ser tan brillante como para no merecerlo; habrá pensado largos años en la oportunidad que le daban las buenas notas en la escuela para ponerse a salvo, porque de verdad lo cree, ¿no es cierto? De verdad cree que el extranjero es la salvación, el sitio donde su talento será valorado y donde no habrá que esforzarse por mantener la barbarie a raya porque ya está domesticada desde hace siglos: Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Japón, toda una vida soñando con irse a vivir con los fuertes, ¿verdad? con los inteligentes, con los ganadores...
Pareció entristecerse, la mirada en el vacío. Aprovechó para cubrir el tramo que lo separaba de la fila que avanzaba por delante de él, sacar otro cigarrillo y continuar:
—Malos entendidos, ¿sabe? La historia personal, pero también la universal está hecha de prejuicios, de ideas formadas sin justificación que luego cuesta un huevo desechar. Ellos creen que son los mejores porque han vencido; sin guión alternativo nos enseñan historia, nos venden sus productos, nos dan televisión. ¿Cuántas veces habrá sentido excitación ante la trama de una serie americana donde los recursos y la inteligencia se combinaban para formar un mundo estimulante? Maderas resistentes, edificios sólidos, leyes justas, iluminación adecuada, prensa libre, gente pagada de sí misma capaz de atraer los mejores talentos vengan de donde vengan y de resolver cualquier problema a fuerza de ciencia y técnica, ¿no? Quiere que ese mundo lo reciba, lo integre, lo haga uno de los suyos, que lo absuelva del pecado original de haber nacido en el lado equivocado. Pues bien, sepa que ellos también están contando con Usted, es decir, con la fe del mundo subdesarrollado en su superioridad; cuentan con que nosotros mismos alimentemos la convicción de que seremos mejores en la medida en que más nos parezcamos a ellos...  
—¿Ah sí? ¿y qué sugieres? ¿que les metamos un tiro a todos los gringos? ¿que nos encerremos en nuestro país a resolver nuestros problemas? No seas ingenuo Saldaña, esto sólo cambia lentamente...
—¿De modo que me ha tomado Usted por un radical descerebrado? ¿uno de esos encapuchados modernos que culpan de todo al FMI o al banco mundial? No sea estúpido —empezaba a cabrearme la facilidad con que este tipo me insultaba sin siquiera haberme preguntado mi nombre —ni intente evadirse de sus responsabilidades enmarcando su miserable caso en el de las presuntas conspiraciones internacionales.

—Está bien —le exigí otro cigarrillo con un ademán torpe de manos, seguí hablando mientras lo encendía —entonces ¿cómo se supone que los países consiguen serlo, eh? ¿cómo se supone que se gane el respeto y la independencia, ya no digo política, sino también la intelectual? Pareces un psicoanalista de naciones, pero ya otros han hecho ensayos para curarnos de complejos ¿sabes? Por eso algunos nos vamos, porque ya no nos creemos el mito de que no lo merecemos, porque el extranjero no nos inhibe ni amedrenta...
—Muertos. Los países de verdad se hacen con muertos. Usted cree que Europa y los Estados Unidos son buenos, ¿verdad? O supongamos que no lo cree, pero puesto a elegir, se alinea con ellos, ¿no? Derechos humanos democracia, etcétera, siempre mejor que dictaduras y genocidios. No siempre fue así, es verdad, ahí tiene el holocausto y la infinidad de guerras intestinas que asolaron Europa hasta el ictus de la segunda guerra, pero ya pasó, ¿no? Quizá no tenían la razón, pero ahora la tienen y debemos concedérsela. ¿Por qué entonces no muestran ningún interés en nosotros que los adoramos y no les hemos causado ningún conflicto? ¿Por qué se preocuparon por la reconstrucción de sus peores enemigos hasta el punto de hacerlos nuevamente potencias como Alemania o Japón? Yo le voy a decir por qué: porque no se premia la pusilanimidad, señor, ni siquiera cuando se disfraza de pacifismo. Lo que hace ganar el respeto es la guerra, la capacidad de ser un enemigo de verdad, no una rémora, no un meteco. Merecen reconstrucción la cultura francesa, la alemana, los que consiguieron, equivocados o no, consistencia, una forma de abordar la vida que no depende de terceros... ¿Y Usted me habla de que va para allá sin complejos, sin amedrentarse? Como si los ciudadanos de aquellos países tuvieran interés en su patética necesidad de probar algo...
Llegamos a la puerta. Un par de guardias examinaban nuestras mochilas, nos pasaban las manos por el cuerpo. Sentí un nerviosismo inexplicable, no por las palabras de Saldaña, sino por la repentina conciencia de que aun no sabía qué pensaba hacer este individuo alterado y feroz cuando le tocara la entrevista. Luego de la puerta, lo alcancé al cruzar el patio que nos separaba del edificio; le tomé por un brazo, muy serio:
—¿Qué vas a hacer ahora Saldaña?
—Déjeme. Mejor que no lo vean hablando conmigo.
—Oye, por favor, reflexiona, no vayas a...
—¿Usted me va a prevenir contra locuras? Vaya a hacer su doctorado, señor, vaya a las costas de New Hampshire, a Oxford, a la Bretaña francesa por cuenta del erario; pasee por parques domesticados, compre la buena conciencia de saberse en el centro del mundo y convenientemente alejado del mismo...
Me metí al baño a mojarme la cara, luego me encerré donde uno de los retretes para serenarme. 'Qué tipo más agresivo', pensé, 'no quiero ni imaginar qué estará pasando ahora, qué locura. Tiene razón en tantas cosas, ¿cómo he podido engañarme de esta forma? Quizá debería dar media vuelta y largarme para no cargar con el peso moral de haber utilizado al país para sacar adelante mi agenda personal. ¿Cuáles son de verdad mis motivaciones? ¿No se trata esto simplemente de probar algo a alguien, una trasposición psicológica completamente vulgar? Por supuesto que lo es: paliar deficiencias afectivas con éxitos profesionales, mantener la aprobación de mamá y llamar la atención de papá que nos abandonó. Simple. Y sin embargo, ¿no debería ser adulto al respecto? Debería entender que no es por medio de sustituciones como se resuelven estos problemas, pero tampoco me sentiré bien abandonando. Debo seguir. Debo hacerlo y luego ya habrá tiempo para averiguaciones. Siempre queda más, este tipo no tiene la última palabra. ¿Estoy llorando? Marica'.
Esperé sentado media hora; entonces salí. Todo parecía normal. Al entrar al salón donde me esperaba el evaluador, Saldaña extendía una mano hacia el mismo, se despedía. Al cruzar conmigo hacia la salida, me susurró, emocionado:
—Me la dieron.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

¡No te burles de los estudiantes de posgrado!

Miguel Ángel Bernal Reza dijo...

¿Por qué? ¿ellos tomaron una decisión terrible?

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=q4nqARyPv9g

Miguel Ángel Bernal Reza dijo...

Pero Vuesa Merced, ¿por quién me ha tomado? Ah, claro... :(

Anónimo dijo...

No finja Herr Doktor, es el himo de la maestría que Vuesa Merced encabeza.

Miguel Ángel Bernal Reza dijo...

Pues mira, recibo invitaciones constantes de la Editorial Manuzzio que, como era de esperarse, es legión:
"Estimado Investigador:

Recibe un cordial saludo en nombre de la Revista Iberoamericana de Ciencias (ReIbCi). El motivo del presente mail es con el fin de invitarlo a enviarnos sus artículos en español, en cualquier área de la ciencia.

Somos una revista electrónica de los Estados Unidos de América con ISSN 2334-2501, indexada internacionalmente.

Nuestra revista busca que el conocimiento generado por los trabajos e investigaciones de los académicos sea consultado sin ningún costo para los lectores. Nos basamos en la Iniciativa de Libre Acceso de Budapest (Budapest Open Access Initiative -BOAI-) cuyo objetivo es "incrementar la visibilidad y facilitar el uso de revistas científicas y académicas de acceso libre, de manera que se promueve su mayor uso e impacto".

Para asegurar la existencia de la revista y cubrir los gastos generados por los trabajos editoriales y la infraestructura tecnológica, necesaria para la publicación electrónica requerimos de apoyo de los autores de los artículos.

Con el fin de apoyar a los académicos de las universidades públicas, en el ejemplar del mes de Julio de 2014, le ofrecemos el 30% de descuento, por lo que la cuota de apoyo será de 70 dlls.

Para más información visite nuestra página web www.reibci.org"

Anónimo dijo...

Jajajaja entonces queda mejor este fondo musical:

https://www.youtube.com/watch?v=2mVZvFZSCy4

Miguel Ángel Bernal Reza dijo...

Sencillamente fantástico... este sí va para Himno de Doctorado.

Anónimo dijo...

Para más dramas y comedias, el Dr Zatarain fue mi maestro en la escuelita

http://www.cronicajalisco.com/notas/2014/15160.html

y dices que ser investigador en este país no paga, jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja

chenlina dijo...

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